En el punto inmóvil

La contradicción del título ya es atrayente. Pero esta novela epistolar, la primera de Alan Pauls (1959), no se queda en un título con "gancho". Una historia de amor paradójica y obsesiva, rodea al pornógrafo de palabras alambicadas que protagoniza esta historia. A través de las cartas a su amada Úrsula, a quien no conoce personalmente, penetramos en el misterio de la profesión torturante del pornógrafo.
Como si se tratara de una labor kafkiana, el oficio del pornógrafo lo consume y lo obliga a vivir recluido. Las cartas de índole sexual que recibe diariamente, inundan sus habitaciones. Él, con la paciencia de un monje medieval, las lee y las responde. Desde su torre de marfil de las pasiones, el pornógrafo condenado a responder cartas lujuriosas de todo tenor, sueña con un amor cándido e inocente. Pero no quiere que su Úrsula sea parte de esa vida. Sin embargo ella, en sus cartas, le expone su curiosidad e insiste. Él se niega como si quisiera protegerla de alguna perversión. Para el pornógrafo las cartas no son solo una masa de palabras obscenas. Son algo mucho más peligroso y perturbador. Las guarda como "quien gurda para sí un escalofriante secreto familiar".
Úrsula, la misteriosa mujer del parque, rompe una a una las reglas del pornógrafo decidida a correr los límites de todas sus prevenciones. Y allí es cuando invita a que participe de su randezvous a un mensajero enmascarado. Don Máscara no hace más que agregar misterio y una cuota siniestra a la relación epistolar.

Carta con carta la relación se hace más compleja, más provocadora. "Entre tú y yo, una puerta comienza a abrirse, o al menos ambos tenemos la mano sobre el picaporte". El pornógrafo trata de preservar la pureza de Úrsula. Se niega, nuestro protagonista, a dejarla caer del pedestal que creo para ella. Por nada del mundo quisiera verla como a las mujeres que le escriben, que se entregan al inmenso peso de sus deseos... o que sueñan con hacerlo. La idea de que Úrsula pudiese sentir aquellas pasiones tan exaltadas que son el desvelo de Dora Diamante, son casi tan aterradoras e intensas como las ideas que los celos implantan sobre la relación con el misterioso mensajero enmascarado.
El pudor del pornógrafo (1984), es una historia atrapante y sensible, construida sobre cartas de un amor condenado a ser epistolar, en el que los temores, las obsesiones y la idealización del ser amado construyen una felicidad tortuosa. También es un relato que plantea si cortar con la vida, en este caso representado en encontrarse finalmente con Úrsula y los placeres solo leídos y escritos, no es requisito sine qua non de la ficción.
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PAULS, Alan: El pudor del pornógrafo. Buenos Aires. Anagrama, 2014. Esta reedición incluye un posfacio inédito del autor.

Algo más
Frase para destacar: "¿Has pensado alguna vez en el casi infinito abanico de posibilidades que se le abre a una mujer que, como Dora Diamante, se ofrece desnuda a toda improvisación amorosa, sin otro bagaje que el inmenso peso de sus deseos?".
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Este artículo se titula de la forma en que se iba a titular en un principio esta novela.