Un monstruo como nosotros

25.04.2019

No todos los monstruos son iguales. El título de cada capítulo de esta novela nos da la pauta de los diversos matices, formas y desviaciones de una misma criatura aberrante. Y Juan Drodman es un ser diferente. Su naturaleza es monstruosa a la vez que sutil. Es eterno aunque no sabe demasiado desde cuándo. O tal vez ya no lo recuerda. No puede desandar sus pasos como el Inmortal del cuento de Borges.

Esta novela, magistralmente escrita por Ricardo Romero, nos presenta a un personaje singular. Es un engendro al que el tiempo no ha hecho más que desorientarlo sobre su propia naturaleza y no le ha dado demasiadas respuestas. Sabe lo que tiene que hacer para sobrevivir, pero como él mismo reflexiona "sobrevivir es a veces una responsabilidad irritante".

Como si siguiera la antigua premisa de la filosofía griega de "conócete a ti mismo", el protagonista de esta novela resuelve escribir un diario de sus días (más bien de sus noches), y a través de esas páginas escritas con descarnada sinceridad, nos adentramos en la mente y alma de la criatura. Al igual que el Innombrable, personaje de la novela homónima de Samuel Becket, podría preguntarse: "¿Acaso soy víctima de una preocupación real, como si se dijese de una necesidad de saber?". Y al igual que el Innombrable, se puede responder que no lo sabe.

Nuestro monstruo, que toma una forma tan cotidiana que pasa desapercibido, escribe durante tres momentos definitorios de la historia reciente de nuestro país. Tres momentos de turbaciones sociales y políticas (los bombardeos a Plaza de Mayo, la Guerra de Malvinas y los cacerolazos del 2001). Entre esos lapsos de tiempo ha desaparecido. Con cada reaparición Juan Drodman, el conserje monstruo, ha descubierto algo desconocido de sí mismo y busca respuestas. Explora.

La novela El conserje y la eternidad es la bitácora de un monstruo de pesadillas que, por una eternidad viviendo entre humanos, ha terminado pareciéndose a nosotros. Juan Drodman se define así: "Soy cáscara de pensamientos y constataciones". Tal vez, algunas veces, también nosotros experimentamos esa sensación. Si es así, es posible que podamos sentir un poco de simpatía por este monstruo. Pero esos momentos de cortes aprecio por la criatura, de empatía, durarán poco. Nosotros podemos ser empáticos por momentos. A diferencia de Drodman, aun somos humanos. El propio conserje aberrante, desde las sombras, se encargará de disipar cualquier sentimiento benévolo y nos recordará lo peor de su naturaleza. Y lo hará con sangre.

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ROMERO, Ricardo: El conserje y la eternidad. Buenos Aires. Alfaguara, 2017.

Algo más

En 2018 tuve la oportunidad y el enorme privilegio de presentar esta novela en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), junto a su autor (centro) y el escritor Oliverio Coehlo (derecha)

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